soda caustica
  CAUSTICA
 


ALREDEDOR DE LA FIESTA
cuando la luna apaga la vela con la alfombra
la puerta se llena de agua asta el cuello
y la noche que se estiraba huyéndole al dia
se encuentra con su miedo anudado en la escalera.
 
entonces los gritos de los cuchillos lideran la tregua.
las camisas verdes revelan el secreto al rosio y al viento
donde cuelgan de la pita que mide al patio
infinito e inundado lleno de ojos y pupilas gigantescas.
 
la fiesta sigue, con el son de las checas femeninas.
el mercurio en el termometro sube y sube
¡parese que va estallar su boveda de espejos!
los malos olores asfixian a los limoneros y a los acuerdos.
 
conversaciones alrededor de las colonias del mal arte
ayunos escritos en las cortinas y un piso triangular
mayor que cien jaquecas de la grieta del subsuelo.
luego cuando el amanecer arruga los ajos
replican las uñas en sangre y los huesos hierven.
 
 
 
DE NOCHE
de noche las fogatas de las playas visten
de azufre las pasiones de los pulgares vitreos
y retruena el carbon de  la jaqueca amarga
que rebosa de ansiedad este deseo por tenerte.
 
de noche me pregunto- ¿a quien le escribo?-
mis palabras no son las tuyas,y tu no las entiendes;
pero sin embargo las cajas embarazadas
guardan a su modo, mis organos desplumados.
 
de noche las tremendas lluvias extrovertidas
ensayan su danza en el techo humilde que me cubre
flameando su alegria, en paganas liricas antiguas.
asi de antigua tambien es mi personalidad.
 


de noche es verdad te pienso mucho.
 pero de dia trato tenerte bajo cero
por eso me ocupo y trato de aglomerar mis pensares
haber si mañana a las 7:pm no te reconosco si te veo.
 
 
 
aun le falta son comomtreinta versos losescribe hace rato para tu sabes quien
pero bueno ella tomo otro rumbo...
 
de noche se que me odias a si como detestas la literatura
prefieres el caos de los juguetes robustos,asperos e insencibles
y mi yeorea fallo al pensar que eras como hablabas.

¡que va! tu piensas otras cosas y haces miles menos una.

 JAIME ARTETA SALTARIN.

ETÍLICAS PALABRAS.

 Otra vez empieza ese murmullo: ligero, encantador y ferviente. A pesar de retomar mi lucidez esa molesta sonoridad me distrae. Este es mi estado actual, -diversificado en lagunas- ni siquiera se como llegué  y por qué tengo estos moretones.  La embriaguez nos conlleva a hacer estupideces, parece que estuviéramos subyugados en un encanto que distorsiona la ecuanimidad de las emociones, es difícil contenerse cuando se es presa de un vicio,  cualquier elemento que nos haga contrarrestar nuestra voluntad es en sí lo que podría entenderse como un agente corrosivo para la autonomía, somos adictos en las más mínimas circunstancias o actos, todo, sin excepción, una vez mecanizado no es más que un sometimiento a los instintos racionales, somos en absoluto débiles, tanto que caemos ante la monotonía y desconocemos la belleza misma de lo que nos rodea, ignoramos que el cielo es el mar. –  Sigo en una improvista sobriedad pero ese sonido dilata mis percepciones-

 Necesito del alcohol para comprender la magia de toda la cosmología, mi esposa se fue por los días de octubre, había prometido contenerme, pero ese monstruo etílico me seduce con su voz femenina, siento como su ausencia titila en mis entrañas, un sudor intenso me atrapa, me vuelvo lento y traste, intento leer y no puedo, algo oprime mi garganta y mi vista no puede centrarse en un solo punto, en las noches no duermo, escucho voces y la veo a ella caminando alrededor sin colocar los pies sobre el suelo, veo a la niña que llora y juega con sus muñecas y a Nino impávido tendido en esa instancia, escondido en el recuerdo de sus nueve años perennes, indispuesto y trasgresor de las leyes naturales. Las tres imágenes se confluyen en una sola convirtiéndose en una criatura amorfa, vociferando en una voz parca, gruñendo un silencio fustigante, penetrando en mi espíritu como el eco de una gota que cae. Esto me obliga a buscar el refugio de ese mar encerrado. Para poder soportar los lamentos de esa melodía undívaga

 

Esa es la puerta, no, tal vez es aquella, o tal vez son las que están a mis espaldas, estoy rodeado de puertas, esta es la vida resumida, pero lo extraño es que todas giran a mí alrededor, ya sé, es un juego de azar, por qué soy tan tonto, debo atinar y meter la llave. Aquí vienen esas gentes, si supieran que hay algo en el asfalto que no me deja sostener con firmeza, es la mano de un niño que no tiene ojos y que me hace zancadillas. Por qué me miran, no tengo nada de extraño, en cambio las bombillas qué rara son, se parten en  ínfimos pedazos y se expanden por todo el aire como migajas de pan. Siempre hay un perro raso hociqueando detrás de mí y de ves en cuando  ladra,  lo miro y me parece verme allí vertido en babas caninas; qué pensará el poeta de los perros de esta situación. Todo es trémulo y caricaturesco, empiezo a reír a reír, todo es ridículo, aquella señora fisgoneando atrás de la cortina, el señor untándose átomos en las nasales y ella con su fugitivo y nocturno redentor. Nadie ve aquellas plantas cerca de la casa, ni siquiera puedo hacerlo, ahora no, ahora solo están esas fuentes de agua, es un agua pesada que se deshace y vuelve a hacerse. La noche abraza los techos inundados de felinos cantores. Todo está deslizándose por el vacío del tiempo y la risa me atrapa por la descoordinación de las caras conocidas, aparece ese  verde que se evapora con cada inhalación, esa calle larga tendida en una sábana gris que se ondea y pervierte a indigentes penas. Las cosas van y vienen plusvalizadas, cuan oneroso es un llanto de alegría: ¡cuanto lo deseo! Una mano tendida y unos ojos distantes me observan; me escudriñan. Saco unos pesos de mi bolsillo y entrego miles de granitos de sal, sin embargo la criatura festeja. Estos caminos sinuosos tantas veces recorridos entregan al existir una dicotomía. El niño sin ojos vuelve a aparecer y luego se transforma en el perro; este a su vez habla y trata de seducirme, de llevarme al borde del abismo al auto flagelo. Su voz es seductora – hace rato dejé de percibir aquellos encantadores sollozos- me dice que me sostenga en puntas, se derriten mis ánimos, estoy próximo a la mordedura del polvo, sólo hazlo, dice con ahínco, cambiando repentinamente  su cara, se vuelve niño, luego perro y luego un hibrido. Alguien se acerca y me pide fuego, no le entrego nada y doy uno que otro insulto, este se multiplica y me ataca con la furia de un mandril. Estoy en el suelo. He dormido. No sé cuanto tiempo. Mi casa debe estar cerca pero esas puertas me obligan a jugar con ellas; la llave debe estar en el bolsillo. El perro sigue allí, es gris y pálido. Me dice que salte, y, él mandará unos ángeles, yo lo quiero hacer, ayer estuve cerca, pero me incomoda que ese perro también sea ese niño, tal vez por eso no lo hago. Algo empieza a absorberme, no sé qué es, las paredes de esta calle se estrechan y las casas se juntan más a mí, nado entre charcos de peces fosforescentes y me suprimo en un hombrecito navegando en una taza de té. Siento que decaigo, me desmayo o  es sueño, o no se, todo es ilegible.  

Le prometí que no lo volvería ha hacer, sin embargo no pude y ella se fue. Ahora se que no lo volveré a hacer más. Son las seis. Mañana debo ir al cementerio. Es difícil estar aquí en esta casa solitaria. Iré al bar. Pero solo a tener contacto con los demás, puedo ser algo misántropo pero la masa es un mal del cual debemos empaparnos, la última vez dije lo mismo y volví a caer. Mejor no iré, aunque allá puede llegar la negra y talvez me pueda satisfacer esta noche. Pero eso implica que lo tengo que volver a hacer, soy muy tímido y necesito el valor adicionado para mis venas. Prefiero quedarme. Otra vez ese ruido, de donde proviene y por que me martiriza y a la vez me cautiva, es algo que no puedo soportar, está aquí, en toda la casa, qué hago, no debo salir, todo mi cuerpo suda, voy a enloquecer, debo hacer algo pero si salgo sólo iré al bar. Me sentaré y me calmaré. Eso es, debo respirar y estar tranquilo, pero es que ese ruido es mucho más fuerte, debo salir eso es debo salir. El bar está a pocas cuadras. Estas moscas me molestan me irritan por qué hay moscas. No aguanto más… correr eso es lo que debo…. Mesero déme un trago, sólo uno. Las moscas están aquí me persiguen y la agudeza de ese sonido me irrita y relaja. El trago irrumpe en mi garganta, otro por favor, siento que soy yo mismo el que viajo a través de mí, otro por favor, todo la esencia de la existencia se resume en mi garganta todo es silencio ya no hay moscas no hay ruido, otro por favor, otro por favor… estas paredes quizás son azules no talvez son blancas o quizás no tienen color. Mañana iré al cementerio, no debo olvidarlo, allí esta esa calle y están esos globos, estoy cantando,  dije que no lo volvería hacer, pero yo no quise, fueron las moscas.  Ahora tu perro quieres morderme con tu cara de niño.      

DAVID CABARCAS SALAS  
 

 

 

                                               

 

 

 

 

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Por la pureza

Por los músculos de mis sentimientos

Por la irreverencia de mi puño adrede

Nada me engorda ni me enflaquece

Ayer me dieron tanto

lo puse sobre la losa

y no tenia nada que comer

En cambio Yo

Ay por Dios

Yo ( …)

Anoche estornudé

y el mundo amaneció enfermo

Y si el cabello me sacudo

mas de uno quedara ciego

Le temen a mi talento

y eso que mi coraza es de zancudo

y mi tórax solo vísceras alberga

Pero ellos no saben todo:

los residuos de mis dientes

mis caries

mis raquiñas púbicas

ellos no saben de higiene

Sólo son una conciencia del discurso

 

 

 

A mi no me consuela nadie

dice el Poeta ciego

Yo lo miro admiro la fiesta de su tristeza

El canto su pena

¿por que yo no puedo desmembrar mi alegría?

Yo sufro por una alegría que me persigue

El Poeta canto a su tristeza
¿y si fuese alegre a quien cantaría?

 

Somos hijos ingratos que renegamos del charco

Admiramos con estética el patio

Y nos exiliamos de hipérbole manera

Como condenados cáusticos

en el estéril asfalto

en ese visio de alucinación

que se llama combustión

en la ciudad de todos

y que a nadie pertenece

Nos alejamos del charco

sólo para vivir del recuerdo

para adoptar la melancolía

de nuestro pueblo lejos

 

 

Lllibeth

sacrificaste tu historia de niña afrodita

por las horas del tedio

Te condenaron a la silla

leyeron tu sentencia

te obligaron

te amarraron

y se les olvido oprimir el botón

ORLANDO MOLINA ESTRADA

 
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